Texto libre de Cristina
Érase una vez una ancianita que vivía en el Portil, donde todos los veranos ponían un rastro. Ella iba todos los días y se compraba ropa, chanelas, zapatos y cualquier cosilla que veía. Una vez quiso comprarse una pulsera y preguntó cuánto valía. Como era rica pensó que tenía dinero, pero cuando abrió el monedero vio que no tenía ni un céntimo y se puso la pobre mala. Al final se quedó en su caso sola y cuando las amigas le preguntaron si quería tomar café ella respondía que no y ya nunca volvió a presumir de que era pobre. Fin
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Eva -
Ana Pereira Cruz -
Evelyn. -